La existencia de mensajes cifrados no es, para nada, algo nuevo. Su larga historia es tan absorbente como fascinante y llena de misterio. Desde hace siglos se han venido empleando los métodos más insólitos con el único fin de lograr que los mensajes llegaran a su destinatario sin que nadie más pudiera percatarse de su contenido secreto. Toda una difícil labor que precisó del mayor y más ávido de los ingenios.
Podemos decir que, la criptografía es la ciencia que trata de enmascarar una cierta conversación secreta. Por este proceso se pretende que un mensaje , por ejemplo una simple carta, solamente sea inteligible para la persona que posee la clave o conozca el método exacto para resolver el significado oculto que presenta o contiene, cuyo aspecto, a primera vista, resulta absolutamente incoherente y complejo. El proceso de averiguación se denomina criptoanálisis.
Aunque a simple vista pueda parecer un invento moderno y reciente empleado por los militares en las grandes guerras del siglo XIX, la historia de la criptografía hunde sus raíces más profundas en la propia alba de la civilización humana, en sus inicios más arcaicos y míticos. Así, Herodoto, historiador griego del siglo V A. C, es uno de los primeros autores clásicos en aludir a los textos cifrados. En su “Historia, “obra que para muchos críticos literarios es la historia de las guerras entre griegos y persas, Herodoto da la clave de la victoria griega mediante el empleo de los textos cifrados.
Según cuenta el investigador Simon Signh Grecia fue salvada de ser ocupada por el Rey persa, Jerjes, gracias al magistral uso de los mensajes cifrados, o encriptados. La clave de toda la operación estuvo en la famosa batalla de Salamina, librada por los griegos en las Guerras Médicas el 29 de Septiembre del año de 480 A. C. En aquella, Jerjes pensaba que tenía acorralados a los griegos. Sin embargo, la realidad era completamente diferente a tal confiado pensamiento.La verdadera pretensión de los griegos era, precisamente, acercar hacia la bahía de Salamina a sus guerreros para provocar la inmovilidad de los barcos enemigos y forzar así la lucha cuerpo a cuerpo.
Herodoto relata que las ordenes de los altos mandos griegos se dieron de forma cifrada, algo que los helenos de la época denominaban esteganografía, expresión que deriva de la palabra steganos, (encubierto) y graphein, (escritura).
Por su parte, los espartanos emplearon uno de los sistemas más curiosos para comunicarse de forma cifrada y secreta. El escitalo consistía en una cinta de cuero que se enroscaba en espiral alrededor de una madera. El escondido secreto consistía en que el diámetro de la vara de madera del emisor como del receptor debían de ser de un diámetro idéntico. La tira de cuero era, aparentemente, una cinta llena de letras que no tenían ningún sentido a simple vista. Solamente formaban las palabras correctas cuando se enrollaban en espiral en el escitalo correcto. De aquel modo, el mensaje era fácilmente descifrable y entendido. Aquel arcaico y rudimentario método fue utilizado por los generales de campo espartanos durante mucho tiempo.
Pero existían otros métodos en el mundo antiguo que desarrollaron técnicas diferentes, aunque al mismo tiempo igual de provechosas. El mismísimo julio César solía emplear un sistema criptográfico de su propia invención. Se trataba simplemente de adelantar cada letra cuatro posiciones. Con aquella trampa se conseguía que el texto, o las palabras del mensaje, no tuvieran significado aparente. Sin embargo, si se recolocaban las letras en su posición correcta el mensaje era fácilmente legible.
Pero, la historia de la criptografía no solo cuenta con innumerables anécdotas pertenecientes a tiempos antiguos, en ellos se desarrolló aquel” arte” del engaño, no obstante, en tiempos posteriores la criptografía pasó a consolidarse como una ciencia capaz de desenmascarar las trampas más enrevesadas de la escritura.
Mas cerca en el tiempo que los hechos descritos por Herodoto hace 2500 años tenemos que situarnos en la Inglaterra del humanístico siglo XVI. En aquel, María Estuardo (reina de Escocia desde 1542 hasta 15678) en la mañana del miércoles 15 de Octubre de 1586 entraba en la sala de juicios del castillo de Fortheringhay. Se la acusaba de traición y de conspirar para asesinar a la Reina Isabel de Inglaterra (la Reina Virgen) con el fin de hacerse con la Corona del país británico. El resto de implicados , un grupo de nobles católicos ingleses que pretendía quitar del trono inglés a la protestante Reina Isabel para colocar en él a María Estuardo, ya había confesado la conspiración, siendo ejecutados por Sir Francis Walshingahm, a la sazón secretario de Isabel. Tras aquello, solo le quedaba demostrar que el centro de la conspiración giraba en torno a la católica María Estuardo.
La principal baza de María era confiar en que Walshingahm no fuera capaz de conocer, o descifrar la clave que había sido cifrada en las cartas de correspondencia que ella misma había mantenido con los nobles ingleses ya ejecutados. Sin embargo, la antigua reina escocesa (María Estuardo) no contaba con que el inteligente Walshingahm, además de secretario de Isabel, era también jefe del espionaje de Inglaterra.
Finalmente, la clave fue descifrada y diez días después de comenzar el juicio, el 25 de Octubre de 1586, la Reina Isabel firmaba la sentencia de muerte de María Estuardo. En aquella ocasión, los” ocultos y complejos” métodos de la criptografía no fueron suficientemente hábiles y escurridizos como para lograr llevar a cabo, sin fisuras, la trama de la conspiración.
Por I. Sánchez
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