EL VAMPIRO DE CARTAGENA. Los asesinos en serie no siempre han acabado pagando ante la Justicia por sus crímenes. Es más, no siempre el conjunto de asesinatos que se atribuyen a un mismo criminal son obra suya y muchos de ellos no son sino parte del imaginario colectivo que, en España especialmente, es dado a magnificar hechos especialmente macabros.

Todo apunta a que este caso es el del “vampiro de Cartagena”, también conocido como el “vampiro de Borox”. Un caso, que pese a tener una base real no ha logrado concretarse, pero que supondría, de ser cierto, un caso de vampirismo en España que mantuvo aterrorizada a una importante parte del territorio nacional.

La historia, empieza en 1898. Aquel año, un carguero procedente de Serbia dejó en los almacenes del depósito de la Marina un ataúd que debería ser reclamado por su propietario. Este acreditaría su condición y se haría cargo de su “propiedad”. Pero pasó el tiempo y nadie reclamó el féretro, hasta que ya en 1915, mientras Europa se desangraba en la Gran Guerra, la mercancía fue reclamada desde La Coruña.

La condición para hacerse cargo del ataúd era que debía ser enviado por carretera y debía pasar por varios municipios, que no formaban parte del camino más directo entre Cartagena y la ciudad gallega.

El camino por el que debía transcurrir la carga pasaba por Alhama de Murcia, Almería, Toledo, Borox, Santillana del Mar, Comillas y La Coruña. Pero una vez que culminó su viaje, la persona que lo había reclamado no apareció por ninguna parte y tras un corto periodo de tiempo en unos almacenes fue devuelto a la Marian de Cartagena, esta vez por el camino más corto.

EL VAMPIRO DE CARTAGENA

Una vez allí, un individuo que se identificaba como un noble serbio y que se alojaba en una posada en la Calle Mayor de Alhama de Murcia reclamó la propiedad del ataúd. Pero el individuo desapareció tan misteriosamente como había aparecido, lo que llevó a las autoridades a enterrar el ataúd vacío en un cementerio.

Un Rastro de «Anemia Perniciosa»

Hasta aquí, la historia del ataúd. Pero ¿qué crímenes rodean su periplo por media España? En 1983, un abogado toledano que ejercía su profesión en Madrid contactó con el escritor Miguel Gómez Aracil para informarle de la investigación en la que habría documentado los crímenes que acompañaron al viaje del ataúd desde Cartagena hasta La Coruña.

Según esa explicación, el primer crimen se produjo en Alhama de Murcia, donde una niña de diez años falleció, según el parte médico por una anemia perniciosa que habría ocasionado un desangrado anómalo. Lo que ocultaba era, según el abogado, un acto de vampirismo asociado al tránsito del ataúd. Anteriormente, en varios cementerios de la zona incluidos los de Cartagena, se había denunciado el robo de cadáveres de enterramiento reciente. Unos cuerpos que jamás se recuperaron.

EL VAMPIRO DE CARTAGENA

En Borox, ya en la provincia de Madrid, también habría logrado encontrar, coincidiendo con el paso del féretro, varios casos de anemias perniciosas y, ya en Cantabria, en las localidades de Comillas y Santillana del Mar, varios casos similares

Reconstruir la Ruta Del «Vampiro»

Años después de que Gómez Aracil publicara esas informaciones otro investigador, Jordi Ardunay, se dispuso a recorrer el mismo camino por el que, casi un siglo antes, había pasado el ataúd. Empezó en Cartagena, donde no quedaba constancia ni de la llegada, ni de la estancia, ni del enterramiento de la caja mortuoria. Los archivos de los cementerios y el de la Diputación habían sido destruidos durante la Guerra Civil. El de la Marina destruía sus registros cada cierto tiempo y el Diario Oficial de la Provincia no recogía ninguna referencia del caso.

Pasó entonces a rastrear en las poblaciones por las que circuló el ataúd. Intentaba localizar a algún anciano que recordase algo o que sus padres le hubieran transmitido alguna información al respecto. No tuvo suerte en sus primeros intentos, hasta que llegó a Borox. Allí dos ancianos le contaron que sus padres, cuando eran pequeños, les habían contado el caso del “vampiro de Borox”. Fue su única prueba de que había visos de que la leyenda tuviera una base de realidad.

LA GACETA ha podido saber que hace pocos años, otro investigador anunciaba que tras haber retomado el estudio del caso y habría conseguido localizar, gracias a viejos registros, la tumba del “vampiro”. Aunque jamás hizo pública su localización. Según esta persona, en la lápida dañada por el paso del tiempo, figura como toda inscripción el huecograbado de un murciélago.

La realidad sobre el primer «caso de vampirismo» en España dista mucho de lo que la leyenda ha traído hasta nuestros días. Tras estudios serios sobre el caso, todo apunta a que la tradicional costumbre española de perpetuar leyendas macabras convirtió un relato de ficción del escritor Alfonso Sastre (Las Noches Lúgubres) en ese primer remedo de Drácula a la española.

Canal de YouTube ARCADIA ZONA 51

Planetamisterio.net


0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *